En los últimos días, el caso de la adolescente que se quitó la vida después de que un compañero de colegio difundiera un video íntimo sin consentimiento volvió a poner el foco en la exposición de los chicos en redes sociales y puso en alerta a los padres. En ese contexto, especialistas consultados remarcaron la importancia de conversar en casa sobre la intimidad y el respeto en una etapa tan compleja.
“Los adolescentes están construyendo las primeras relaciones
significativas fuera del hogar. Por ende, la identidad se va a desarrollar a
partir de las ideas acerca de sí mismo, de modelos, de su relación con los
otros y de sus proyectos. Están en un período muy sensible a la mirada
pública”, expresó Javier Mandil, psicólogo y miembro del Directorio de
Fundación Equipo de Terapia Cognitiva Infantojuvenil (ETCI).
Aparece, entonces, un concepto que se potenció con el uso de
las distintas aplicaciones: la ilusión de auditorio. Mandil explica que es “esa
sensación de que todos están al tanto de lo que haces” y advierte que las redes
son un recurso, pero también son un espacio de vulnerabilidad.
Al vivir todo con mucha intensidad, cuando una imagen o
video íntimo de un menor se viraliza, los efectos que pueden despertarse en ellos
son múltiples: desde vergüenza y bronca, pasando por el malestar y el miedo.
“La catarata de imágenes y pensamientos persecutorios aumenta, mientras la
ansiedad y el pánico se apoderan del psiquismo ante la inmensidad de la
repercusión social”, describió la psicóloga Laura Morrison, especialista en
niños y adolescentes (M.N. 17189).
Contener y acompañar: la reacción de los padres ante la difusión de videos íntimos en adolescentes
A raíz de esto, se recolectó el testimonio aleatorio de
madres y padres de adolescentes para conocer cuál sería su reacción si sus
hijos fueran víctimas de la difusión de material íntimo y cómo actuarían en un
escenario así.
Mariano tiene un hijo de 13 años y otro de 16. Si se
enterara de que se viralizó un video de alguno de ellos, intentaría en
principio impedir su distribución con algún amparo judicial o se pondría en
contacto con las plataformas para bloquear el contenido. “Después les diría que
lo que pasó es una violación a su intimidad, que es lamentable, pero les haría
entender que es un momento malo de la vida”, expresó.
En esa misma línea se manifestó Soledad, que tiene una
adolescente de 14 años: “Trataría de acceder a ese video lo más rápido posible
y no descansaría hasta saber quién lo publicó, para poder intimar a esa persona
a que borre el contenido porque se sabe que los buscadores no dejan de indexar.
Si se tratara de un menor, no dudaría en hablar con sus padres. Todo esto en
simultáneo con lo fundamental, que es la contención emocional de mi hija”.
“Es difícil anticiparte a las cosas que suceden y uno
termina detrás de lo que les va pasando. Siempre hay una noticia que te alarma
y te lleva al diálogo. Siempre trato de traer estos temas a la mesa”, sostuvo
Mariana, cuyo hijo tiene 18 y está terminando la secundaria. La mamá señaló:
“Él se enoja porque quizás piensa que lo sobreprotejo y dice que nunca caería
ni se dejaría filmar, pero todos podemos caer en una situación así, de que te
graben sin consentimiento o que alguien manipule una foto de una manera que no
estás de acuerdo”.
Para Gabriel, padre de un chico de 15 años, sería esencial
entablar una charla profunda respecto a sus sentimientos: “La conversación la
haría en base a preguntas acerca de cómo está y qué siente, es la única manera
de evaluar cómo le va a afectar. Después determinar cuál puede ser el peor
panorama posible a raíz del video, pero respetaría sus tiempos y que se tome
unos días para no ir al colegio y bajar la exposición”.
Elizabeth contó que en el colegio de sus hijos -de 12,16 y
19- se divulgaron imágenes de una alumna hace un tiempo y detalló cómo lo
tomaron los compañeros: “Se horrorizaron de las consecuencias de la difusión
indiscriminada de fotos o videos”. En ese sentido, remarcó los riesgos de tal
exposición: “Lo importante es hablarles de la privacidad y la intimidad de cada
uno, siempre les marcamos que sean cuidadosos”.
En la escuela de la hija de 13 años de Rosana también
ocurrió dos o tres veces, lo que generó una reacción entre el alumnado y las
familias: “Nos enteramos por el grupo de WhatsApp de lo que pasaba. Estaba en
boca de todos y algunos resistían la presión, otros se cambiaron de escuela por
vergüenza. Si se difunden videos de personas adultas, también puede pasarle a
los chicos y eso derivó en una charla en la que le expliqué las consecuencias
que trae”.
¿Qué pasa si fue mi hijo el que difundió el material?
Pero también hay otra arista, un poco más complicada y fea
de afrontar: ¿qué pasa si es mi hija o hijo la persona que se encargó de
publicar el video o foto íntima de un otro?
“Todos los padres y madres creemos que los educamos bien.
Creemos que nunca harían una cosa así. Y muchas veces nos encontramos con
aspectos desagradables que nos cuesta ver en nuestros propios hijos. No podría
dejar de preguntarme cómo fue el laberinto que llevó a mi hija a invadir la
intimidad de una persona”, planteó Soledad.
Asimismo, agregó: “Debe interpelarnos la pregunta de cómo criamos a nuestros chicos. Si fuera así, no dudaría en obligarlo a eliminar el posteo y pedir disculpas no sólo en personalmente, sino públicamente al damnificado. Enfrentar los problemas, hacerse cargo y reparar el daño que causamos a los demás es parte nodal del aprendizaje”.
“Lógicamente entablaría una charla más dirigida. A mí me
daría curiosidad saber por qué hizo esto que sabe que está mal. Antes de pensar
algún tipo de sanción parental, conocer la motivación”, completó Gabriel.
Mariana, en tanto, manifestó: “Si me entero de que fue él
quien difundió, me enojaría mucho pero buscaría la forma que subsane lo que
hizo, aunque pueda tener consecuencias penales. Lo sentaría a conversar sobre
lo que no pensó. Hablar sobre el respeto a la intimidad propia y la del otro;
indagar por qué uno permitiría filmarse, por qué conservar ese material y por
qué razón decidiría ponerlo en un ámbito que no es privado”.
En el caso de Mariano, además de un diálogo profundo, pensó
que una opción sería restringirle el uso de las redes sociales durante un
tiempo hasta que aprenda las consecuencia de los actos.
Las recomendaciones de los especialistas en este tipo de
situaciones
Tanto para Morrison como para Mandil, es fundamental que las
familias no juzguen y acompañen al menor en estas situaciones. Por ello, estas
son algunas de las recomendaciones en caso de que tu hijo o hija sea víctima de
la difusión de material sin consentimiento:
- Escuchar y validar sus sentimientos: en un momento tan vulnerable, es esencial que sienta el apoyo de sus padres y de sus pares.
- No culpabilizar: es natural querer entender cómo sucedió, pero es importante que no sea criticado ni cuestionado, ya que eso lo podría hacer sentir peor. Tratar de aprender de la experiencia.
- Actuar rápidamente para evitar su reproducción: una vez que esto sale a la luz, notifica a las plataformas sobre la difusión del material para que sea retirado lo antes posible. También se puede consultar con un abogado especializado en ciberacoso para explorar opciones legales en caso de que sea una situación más grave.
- Ofrecer ayuda profesional: la exposición de lo íntimo puede causar traumas profundos, desestabilizar la identidad del adolescente y repercutir en su autoestima. Si el nivel de exposición fue muy fuerte o que puede provocar situaciones de bullying, quizás sea necesario el cambio de escuela. De hecho, en este punto es necesario monitorear en el tiempo qué secuelas deja.
- Reforzar la privacidad: no exponer al adolescente a las redes. Una buena opción es evitar que lea todo lo que se publica al respecto; es mejor apagar y minimizar el contacto con lo que se publica.
Por otro lado, los expertos remarcaron la importancia de
hablar con aquellos adolescentes que iniciaron la viralización para que
comprendan las consecuencias de lo sucedido:
- Concientizar sobre la gravedad del daño: debe entender el impacto devastador que su acción puede tener sobre la víctima. La violación de la intimidad de otra persona es un acto violento que afecta la autoestima y el bienestar emocional del otro. Tiene que haber medidas de control y de regulación conductual, mostrar que hay fronteras que no se deben romper.
- Responsabilidad y reparación de sus acciones: dar alternativas de retracción, sea disculparse directamente con la víctima así como colaborar para reparar el daño en la medida de lo posible.
- Apoyo profesional: si nuestra comprensión o remordimiento, o si la situación escaló a un punto crítico, puede ser necesario buscar ayuda psicológica o psicoanalítica para explorar las razones detrás de su comportamiento y trabajar en su desarrollo ético y emocional.
¿Cómo tratar el tema en casa si tengo adolescentes?
Al estar atravesados por las redes sociales y la era
digital, hablar sobre la privacidad y la intimidad es trascendental, ya que se
volvió una gran preocupación para los padres que estos episodios sucedan cada
vez más seguido.
“Hablamos un montón sobre estos temas porque los chicos
están todo el tiempo online. Como mamá busco que entiendan que la intimidad de
una persona es sagrada. No se puede invadir la privacidad de nadie. Son ellos
quienes deben no acceder a mirar cosas inapropiadas, no permitir que les
compartan materiales de terceros ni compartir ellos mismos imágenes de otros
sin su permiso”, reflexionó Soledad.
Desde ese punto de vista, los especialistas creen que hay
que establecer ciertos límites y normas claras a la hora de que los chicos
utilicen las aplicaciones.
Por ejemplo, hasta los 14 años que haya una supervisión de
los padres en relación a lo que hacen, con quién chatean o qué comparten.
Después de esa edad, darle ciertas libertades pero con algunas restricciones,
siempre monitoreando su uso. Para eso, sugieren generar diálogos con confianza,
en los que el adolescente se sienta cómodo al hablar sobre inseguridades o al
pedir consejos.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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