"Nunca vi algo igual en mi vida", expresó Cristian
Haspert, titular de Limpieza Urbana de Neuquén, tras ingresar a la vivienda que
impregna de olor nauseabundo a los vecinos que residen en dos manzanas a la
redonda. Tan fuerte era convivir con esa realidad que muchos cruzaban de vereda
al transitar por el lugar.
Detrás de la fachada de una hermosa casa, ubicada en Roca y
Gregorio Martínez, se acumulaba la basura y el excremento de 50 animales hace
largos años. Allí se esconde una historia dramática, la de una mujer cercana a
los 80 años que en pandemia convirtió su vivienda en una montaña de basura.
Su hijo, de 38 años, fue la llave para ingresar porque la
mujer no quería despojarse de nada y se enojó mucho con la Policía y el
personal del SIEN que concurrió al lugar. "Fue muy difícil convencerla,
ganarse su confianza", sostuvo Haspert. Es que la basura en estos casos
tiene otro valor, acaso sentimental, como si fuese un objeto de apego para la
persona.
Una vez adentro, la situación superó todo lo que a priori
pudiesen imaginar. Nada se comparaba a la tarea descomunal de ingresar a una
casa que tenía 20 centímetros de materia fecal adherida a los pisos de la
habitación, la cocina, el comedor y el baño. Las tareas de limpieza comenzaron
este jueves al mediodía y todavía no habían podido culminar.
"Tantas horas ahí no han sido para nada agradable. A
los empleados les ha costado mucho. Este es uno de los trabajos más
difíciles", confesó el titular de Limpieza Urbana.
Con guantes y mamelucos sacaban montañas de basura y
excremento de 30 gatos y 20 perros. Fue a pedido de la Fiscalía que intervino
tras las denuncias que radicaron varios vecinos por los olores nauseabundos.
Por lo que se pudo conocer, la mujer es jubilada de la
provincia y se gasta su sueldo en alimento para sus 50 mascotas. En el lugar
fueron halladas varias bolsas de 25 kilos abiertas y desparramadas por toda la
cocina. También había muchos alimentos podridos en una heladera.
Su hijo les contó que todo comenzó en pandemia. Al principio
él limpiaba los desperdicios, pero luego la situación se le fue de las manos.
"Calculamos que esta situación tiene tres años de acumular basura y
excremento. No se veía el piso. Todo era un charco de 20 centímetros de altura
de excremento...la habitación de la mujer, el comedor, la cocina y el baño. El
patio estaba más limpio. Algo nunca visto", relató el funcionario
municipal.
La dueña de la vivienda tampoco quería irse de la casa, pero
finalmente cedió y fue trasladada hasta el hospital Castro Rendón para que se
la examine. Hace mucho que no la veía un médico. Para Haspert es muy probable
que la mujer padezca algún problema de tipo psiquiátrico, que requiere "la
intervención de muchas patas del Estado". Su cama era un colchón de pelo
de gato. Y, por si fuera poco, acotó, "su hijo fue arrastrado por la misma
enfermedad, hacia el abandono".




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