El problema no es nuevo, pero se suman más y más motos al
parque automotor local y, en muchos casos, sus dueños optan por modificar el
caño de escape para hacer más ruido. Es parte de la “customización” o “personalización”
de los rodados. La autoridad de aplicación puede ser Tránsito o la policía pero
–según indican- “no es conveniente iniciar una persecución”.
La Ley Nacional de Tránsito estipula en su artículo 34, “las
características de seguridad de los vehículos librados al tránsito no pueden
ser modificadas” pero nadie lo controla. Además, la Verificación Técnica
Vehicular es obligatoria también para estas motos pero parece que nadie las
verifica.
El “Corte”, como se conoce a la maniobra de hacer sonar el
caño de escape con la motocicleta andando o incluso quieta mediante una
maniobra con el encendido del rodado.
Vecinos sin dormir
En verano y con ventanas abiertas la problemática se
profundiza. Pasan de madrugada y hacen explosiones o rebajes para que se
aumenten las revoluciones y el sonido sea ensordecedor.
No hay estadísticas acerca de secuestros. Tampoco se informa
de retenes que permitan el control de estos vehículos. No hay política en esta materia
a nivel local dado que las Ordenanzas locales de han dedicado exclusivamente a
camiones de tránsito pesado, sala de video juegos, locales bailables, fiestas
privadas pero nunca contempló a autos o motos.
En otras localidades del país, por ejemplo en ciudades de
Córdoba, se han dictado ordenanzas que establecen el secuestro de las motos
ruidosas y posteriormente la destrucción del caño de escape no reglamentario.
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