“Catorce años que falta un plato en la mesa, 14 años que
falta una alumna, 14 años que falta una chica en el barrio, 14 años que falta
mi hija Mara”. Con estas palabras cargadas de impotencia y dolor, Leonidas
Mateu, el papá de la adolescente asesinada en 2008 en Santa Teresita, recordó
el nuevo aniversario de la fecha que marcó un quiebre irreversible para su
familia.
El femicidio de Mara Mateu tuvo la particularidad de ser un
crimen que ocurrió a la vista de cualquiera en una de las playas más
concurridas de esa localidad balnearia, además de una serie de llamativas
irregularidades en la causa que terminó, pese a todo, con dos asesinos
condenados a la pena de prisión perpetua.
“Cuando sucede un crimen el familiar de la víctima recoge su
cuerpo y quiera Dios que tenga acceso a la justicia”, manifestó Leonidas, que
nunca bajó los brazos en su búsqueda de que los responsables recibieran el
castigo que merecían. Y consiguió la pena máxima, pero admitió con una triste
resignación: “Yo no tengo más paz, cuando te matan a un familiar la paz
interior no la recuperás más”.
Una pesadilla que duró toda la noche
El 23 de marzo, un domingo hace más de una década, la
adolescente que entonces tenía 16 años salió cerca de las 20 de su casa rumbo a
un cibercafé, en pleno auge de ese tipo de locales entre los adolescentes. Esa
noche, contó el papá de Mara, unos familiares habían llegado desde Buenos Aires
a su casa de visita y estaban por empezar a hacer el asado para la cena. “Por
eso Dante, su hermano, no la acompañó”, explicó Leonidas.
Mara se fue sola y antes de las 3 de la mañana del lunes le
perdieron el rastro. A partir de allí, todo se iba a desmadrar y una simple
salida con amigos por el centro de Santa Teresita terminaría de la peor manera:
con ella asesinada en medio de una “ordenada” y “controlada” escena.
“La condición para que salga ese día era que volviera a las
23″, recordó Leonidas, tras lo cual resaltó que su hija era “muy obediente” con
ese tipo de pautas. “Por eso cuando llegó la medianoche y Mara no había vuelto
se empezaron a preocupar”.
un hermano, que ya se había dejado ganar por la culpa de que
se hubiera ido sola aún antes de que no cumpliera con el horario pactado, había
salido tras sus pasos. “Cuando volvió solo le pregunté por Mara y dijo que no
la había visto por ningún lado”, indicó. Ya era casi la una de la madrugada y
la preocupación se había convertido en auténtico terror.
La familia entera recorrió las calles, la costanera, el
hospital y por último la comisaría local en busca de alguna noticia, pero sin
éxito. “Yo hice la búsqueda a pie hasta las 6 de la mañana”, apuntó Leonidas,
que a pesar de la falta de resultados todavía la creía viva, esperaba
encontrarla viva.
Pero el lunes al mediodía se terminó la incertidumbre y con
ella la esperanza. Un llamado de la policía le informó que habían asesinado a
su hija. Un turista que estaba paseando a su perro fue el que encontró su
cuerpo boca abajo y sin ropa interior en los médanos que separan a la playa de
la avenida Costanera, a la altura de la calle 36, en pleno centro de la ciudad.
“Uno como papá piensa la secuestraron, la drogaron, la abusaron...nunca
iba a pensar mucho más que todo eso, que ya era lo peor”, dijo el papá de Mara
sobre aquel dramático momento. Pero le dijeron que su hija estaba muerta y
quedó como en shock. “Es un momento indescriptible. No se puede dejar de pensar
cómo es que una persona hoy está y mañana no”, completó.
Dos asesinos y la inquietante desaparición de las uñas de Mara Mateu
A Mara la golpearon, la violaron y la mataron. Los forenses
determinaron que la habían estrangulado con las manos y con el cordón de su
propia zapatilla, y también que la víctima se había defendido. “Mi hija peleó
mucho por su dignidad de mujer”, comentó Leonidas en una entrevista televisiva.
Es que probaron que había rasguñado a por lo menos un agresor.
De las cuatro personas que estuvieron demoradas en un principio
de la investigación fueron solo dos los que terminaron condenados por el hecho:
un actor de unos 50 años que estaba como turista en la Costa -Adrián Svich- y
un joven de 21 años que, se creía, ya conocía a la víctima -Diego Buzzo-.
De acuerdo a la investigación, una empleada del hotel San
Remo donde se había alojado Svich fue quien lo colocó en la mira de la Justicia
después de que el huésped, en estado de ebriedad, intentara amedrentarla con
una extraña amenaza: “Si llamás (a la policía) vas a quedar como la que dejé
tirada en la arena”.
La denuncia de la mujer, cuando el cuerpo de Mara ya había
sido encontrado entre las dunas, encendió las alarmas. La policía allanó la
habitación de Svich y secuestró importantes evidencias, tales como una camisa
mal lavada y cabellos del baño. Finalmente, la revisación médica y las heridas
que le encontraron en el cuerpo y los brazos sellaron su suerte.
El otro sospechoso era Diego Buzzo, quien aseguraba que
mantenía una relación con Mara. De acuerdo a algunas versiones, el turista y el
joven tenían un vínculo relacionado con la venta de drogas en la costa
atlántica y el más joven habría sido el que, aprovechando la confianza que
tenía con la víctima, cumplió con el rol de “entregador” en el plan criminal.
Entonces, un escándalo inesperado estalló en plena
investigación. Las uñas de Mara, que habían sido enviadas a la asesoría
pericial de La Plata para analizar la posible presencia de material genético de
otra persona a la que la joven, en actitud de defensa, hubiera arañado, habían
desaparecido.
Juicio y condena
A pesar de las irregularidades que rodearon la causa,
ninguna fue suficiente como para evitar que se llegara a un fallo condenatorio.
Mucho crédito de esto le atribuyó Leonidas Mateu al abogado que lo representó
en el debate, el doctor Marino Alejandro Cid. “Fue como un tractor, no le
importaba qué había adelante, avanzaba”, destacó a este medio sobre el
profesional, y añadió: “No dudó en hacerle un juicio político cuando nos robaron
las uñas”.
Las pruebas fueron contundentes y los dos fueron condenados
a prisión perpetua. A Buzzo se lo condenó por “robo agravado por el uso de arma
cuya aptitud para el disparo no pudo acreditarse, abuso sexual con acceso
carnal agravado por la cantidad de intervinientes, hurto y homicidio criminis
causa”.
A Svich, en tanto, lo consideraron responsable de “abuso
sexual con acceso carnal agravado por la cantidad de intervinientes y homicidio
criminis causa”.
El fallo unánime del Tribunal en lo Criminal 2 de Dolores,
fue ratificado en 2013 por Casación y dos años más tarde por la Suprema Corte
bonaerense.
Sin arrepentimiento, los condenados siguen tras las rejas
“Podemos decir que se hizo justicia pero siempre es poca, no
alcanza”, expresó sobre el final de la entrevista el papá de Mara. De todas
formas, no les saca de encima la vista a los condenados para asegurarse de que
ambos cumplan con la pena que recibieron. “Los vi varias veces, pero nunca me
pidieron disculpas ni hubo un acercamiento”, agregó. De todas formas, tampoco
era su deseo que lo hubieran hecho.
“Su sueño era ser veterinaria, tenía perros, gatos, hasta
llegó a tener tres conejos”, enumeró el padre. Y sin embargo, todo quedó vedado
abruptamente cuando apenas había cumplido los 16 años. “Quizás estaría recibida
o me hubiera hecho abuelo, pero esta gente le quitó ese derecho”, arriesgó con
su voz entrecortada. Quedaron pendientes en ese trágico otoño los proyectos
futuros y un abrazo infinito que no existió. “Uno nunca sabe cuándo es el
último beso”, reflexionó.




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