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Condenaron al “Hombre gato” a prisión perpetua

En virtud de ese veredicto, la jueza técnica Laura Gallardo, que condujo el debate y que en la primera audiencia hizo expulsar de la sala a Pereg porque no dejaba de maullar, le impuso la pena de prisión perpetua, culpable de ambos homicidios cometidos en el tórrido enero de 2019.

Esta vez, Pereg estuvo en la sala y escuchó, de boca del presidente del jurado, el veredicto que primero había visto la magistrada. Mantuvo el torso firme y la cabeza gacha, y no maulló ni emitió sonido alguno mientras la voz profunda de ese ciudadano mendocino escogido circunstancialmente para impartir justicia decretaba: 

“Nosotros, el jurado, encontramos culpable por unanimidad al acusado Gil Pereg del delito de homicidio agravado por el vínculo. Nosotros, el jurado, encontramos culpable por unanimidad al acusado Gil Pereg del delito de homicidio simple agravado por el uso de armas”.

Los 12 jurados populares habían recibido sendos formularios con las opciones sobre las cuales debían deliberar. Cuatro cargos posibles en el caso de Pyrhia Saroussy (culpable por el delito de homicidio agravado por el vínculo; culpable por el delito de homicidio agravado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de atenuación; no culpable por razones de inimputabilidad; no culpable) y tres en el caso de Lily Lía Pereg (culpable por el delito de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego; no culpable por razones de inimputabilidad; no culpable).

Les tomó poco más de dos horas y media llegar a un acuerdo: descartaron que Pereg fuese inimputable, como planteaba su defensa, que insistió con que Pereg sufre una psicosis delirante crónica que lo lleva a comportarse como un Hombre gato, y también desecharon la no culpabilidad, que hubiese implicado darle la razón al acusado, que en sus últimas palabras afirmó que no había matado a su madre y a su tía y que la policía había “plantado” los cuerpos en su sucio predio de Guaymallén para implicarlo en el doble crimen.

El jurado fue implacable: ni siquiera le concedieron a Pereg la posibilidad de que pudieran considerarse circunstancias extraordinarias de atenuación en el caso del homicidio agravado por el vínculo de su madre. Tras haber escuchado a testigos, a policías y a peritos, y tras haber sopesado los alegatos de los acusadores y los defensores, consideraron probados los dos cargos más graves. Su veredicto unánime, así, no deja margen para otra pena que la máxima del Código Penal: prisión perpetua.

No se sabrá cómo tomaron la decisión, a puertas cerradas, en secreto: la ley les impone a los jurados que jamás revelen nada de lo que haya sucedido en la sala de deliberaciones; ni lo que votaron, ni lo que discutieron, ni la postura de cada uno en la discusión previa al veredicto.

Ya sentado tras la sentencia, con la cabeza gacha, y abatido, Pereg asistió, impávido, al agradecimiento que la jueza Gallardo hizo al jurado, que incluyó una expresa indicación.

“Les pido que no den a la prensa ni a nadie, inclusive a sus más allegados, detalle alguno de las deliberaciones o de cómo llegaron al veredicto”.

Les advirtió la jueza, antes de resaltar que el secreto es la piedra angular de la libertad de los jurados para tomar sus decisiones.

“Ustedes han tomado sus responsabilidades con gran seriedad y que han decidido cuidadosa y conscientemente. Su servicio como jurado ha finalizado ahora. En nombre del pueblo y también de las partes involucradas en este juicio les agradezco este servicio público inestimable que han prestado. El hecho de ser jurado no solo es una carga pública de los ciudadanos: es también uno de sus privilegios”.

Concluyó Guajardo.




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