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Varados con su circo, venden pollos para vivir

Un grupo de 35 artistas quedó varado en Río Negro con su circo por la cuarentena obligatoria y ahora venden pollos para poder sobrevivir.

Los trabajadores, que forman parte del Circo Dihany, quedaron atrapados en un predio de la localidad de Cipolletti luego del aislamiento decretado por el gobierno nacional.

El avance del Covid-19, que derivó en un confinamiento extremo, les impidió seguir con su trabajo y este viernes, casi cuatro meses después, el grupo de artistas se las rebusca como puede mientras los autorizan nuevamente a levantar la carpa.
"Somos nueve familias que quedamos varadas desde marzo. Cuando llegamos a Cipolletti pudimos dar dos shows, uno fue con menos gente porque para ese momento ya se limitaba la capacidad y de repente se ordenó la cuarentena y quedamos atrapados en el predio, sin saber qué hacer".
Relató Daniel Molina, mago, motociclista y creador del espectáculo.
Pasaron los días y la situación se mantuvo. La falta de ingresos por la venta de entradas golpeó de lleno su actividad y no les quedó otra que remarla.

Fue así que se dedicaron a vender comida. Primero fueron churros, después repartieron pochoclos, hasta que finalmente, en la entrada del circo, instalaron un asador en el que cocinan pollos para vender. Los acompañan con papas fritas o con ensalada.

Muchos de sus clientes se acercan a comprar, mientras a que otros se los llevan hasta la casa.
"Hacemos delivery, vendemos lo que podemos y todos los días. Nos permite ganar algo de dinero para las cosas diarias de higiene, comida y por ejemplo pagar el teléfono, que es algo muy importante en este tiempo".
"No es lo único que vendemos. La familia de los enanos, que son también los payasos, venden churros. Ellos salen y los venden. Acá cada uno se la rebusca como puede".
Relató Molina.

Cada una de las familias tiene su propio trailer. Algunos cobran el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), otros como el propio Daniel no pueden acceder a esa ayuda, ya que en su caso es un monotribustista clase C. Por eso es que acostumbrado a "remar", se dedicó a vender comida con algunos de sus compañeros.
"La parrilla la manejo yo o mi papá. Hay días en que vendemos. Los fines de semana son los días que más vendemos. En una buena semana si llegamos a vender 60 pollos está bien. Con eso nos mantenemos. A veces se puede y a veces no. Dependemos también de que la gente se acerque y de que tengan plata".
Completó, siempre entre risas.



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