“A nosotras no hay barbijo que nos proteja”, apunta Dolores Iglesias. Ella tiene apenas 21 años y está desgarrada, con sus amigas y su familia como apoyo, para tomar fuerzas y no hundirse en la desolación de la pérdida. Su mamá, Cristina y su hermana Ada, de siete años, fueron asesinadas en un doble femicidio durante al aislamiento social preventivo y obligatorio.
Desde el 25 de marzo que estaban desaparecidas. Dolores se dio cuenta de que le contestaban solo por escrito desde su teléfono, pero no con la comunicación habitual, por videollamadas y audios, que tenían habitualmente. El 28 de marzo -una semana después del inicio de la “cuarentena total” Cristina Iglesias, de 40 años, y su hija Ada, de 7 años, fueron encontradas enterradas en su casa, en Monte Chingolo, Lanús.
Dolores, su hija y su hermano, Fernando, las buscaban, con desesperación. Abel Romero, que vivía con Cristina durante la cuarentena, fue detenido en Rafael Calzada mientras caminaba por la calle e incumplía la cuarentena. Le había dicho a Dolores que su mamá se había ido con una amiga.
“Las enterraron en un pozo como si fueran nada”, dice y sus palabras no pueden quedar enterradas en el olvido. “Yo voy a sufrir cada día de mi vida. No me queda otra que aprender a vivir con el dolor. A mi hermana de siete años le arrebataron la vida, los sueños, los sueños que teníamos juntas porque yo era su hermana mayor y ella era como mi hija. Nos arrebataron todo. A una abuela la posibilidad de ver crecer a la nieta, a un tío la posibilidad de ver crecer a su sobrina”, pone los puntos Dolores en un testimonio que hiela la sangre y alerta sobre una emergencia que no puede quedar en el olvido.
Dolores juega al handball en el Club Lanús y todas sus amigas y jugadoras están movilizadas. Ellas hicieron un video en donde piden gritar más que nunca “Ni Una Menos”. Cada una tiene un cartel con un nombre de las mujeres asesinadas durante el aislamiento social preventivo y obligatorio. “Estamos uniendo nuestras voces porque queremos decir basta".
“Cada día una familia llora a sus hijas, a sus madres, a sus hermanas, a sus primas, a sus novias. Pedimos que dejen de matarnos, queremos ser libres, queremos estar seguras y no solo en las calles, queremos estar seguras en nuestras casas, en nuestras familias. Nos angustia, nos duele, nos deja arruinadas cada despedida antes de tiempo. Y saber que la próxima puede ser alguna de nosotras. No somos exageradas. Estamos hartas de que no nos escuchen. Por eso vamos a gritar y a hacer ruido en nombre de las que ya no están. Cada día es una más por la que luchar”, convocan desde Instagram.
“Esta vez nos tocó cerca despidiendo a un ser querido de nuestra familia”, dicen las deportistas de Lanús. “Debemos gritar por las que no están, por Ada, por Cristina, y por todas las que ya no tiene voz”, reclaman desde carteles escritos en sus cuartos, en cuarentena, con la camiseta puesta (como Dolores) y el dolor que las muestra unidas como un equipo en el que están para dar la mano y acompañar frente a la angustia.
¿Cuántas mujeres más tienen que ser maltratadas, violadas, asesinadas, quemadas, desechadas antes de que nos falte alguien más?”, se preguntan las jóvenes deportistas del conurbano, que terminan diciendo juntas, a pesar de no poder verse, por la cuarentena: “No estás sola”.
“Basta de matarnos”, pide. “A mi mamá y a mi hermana las enterraron en un pozo en el fondo de su casa. ¿Qué van a justificar? ¿La ropa que llevaban puesta? ¿Cómo estaban vestidas? No hay justificación”, remarca: “Me sacaron el alma porque mi hermana era todo para mí”, cuenta Dolores. Y en su dolor necesita el abrazo social y la escucha sin indiferencia. Ella advierte: “La pandemia son los femicidios. Nos están matando”. “Le sacaron a una nena de siete años la posibilidad de crecer, de volar alto, de ser alguien”, dice y su testimonio desgarra.
Otro problema es la desaparición de mujeres que debe quedar centralizada por el Estado y no depender de redes sociales o periodistas individuales, sino de una forma estructurada y segura en los medios de comunicación. “En el caso de mi mamá y mi hermana fueron encontradas en tres días. Nosotras tuvimos mucha difusión, pero no veo todos los casos en la tele, con las búsquedas de las chicas desaparecidas”.
Dolores critica que en los medios se dejó de hablar de femicidios en el contexto de la pandemia. Ella reflexiona: “El Coronavirus le puede tocar a un empresario o a un presidente. En cambio, los femicidios nos pasan solo a nosotras. Por eso no importamos. Los femicidios son una pandemia que no pasa”.
“Estoy con bronca porque del Coronavirus, en algún momento, se va a encontrar una cura. En cambio, para los femicidios no. Si no somos importantes sino gente de barrio como nosotras no le importamos a nadie, y somos las que nos morimos”, dice con el duelo de su mamá y su hermanita, mientras pide que se vean sus fotos, para que tengan duelo, memoria y justicia.




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