La psicóloga María Marta Landívar (38) se había mudado a Pinamar, desde Ayacucho, para vivir más tranquila. Pero allí la mataron en el dúplex que alquilaba en el barrio privado Golf Chico. La encontraron en el living, con un balazo en la clavícula que le dañó la aorta, el 19 de mayo de 2012.
Casi 13 años después, cayó el principal acusado del crimen.
Detectives de División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA) lo
detuvieron en Mar del Plata. Se trata de Santiago Nicolás Mallol (37), alias
"Pipa".
Este martes fue indagado por el fiscal Diego Bensi, del
Departamento Judicial de Dolores. Mallol se negó a declarar por lo que quedó
detenido formalmente por el delito de “homicidio criminis cause”, que prevé una
pena única de prisión perpetua.
Tras el acto, el funcionario judicial requirió ante el
Juzgado de Garantías interviniente su prisión preventiva, confiaron fuentes del
caso.
Por el crimen de Landívar hay otras cuatro personas ya
procesadas a la espera del juicio oral en libertad, explicó un investigador.
Un ex funcionario, el primer sospechoso
En un primer momento, los investigadores apuntaron contra un
ex funcionario municipal que había mantenido una relación con la víctima, pero
a los pocos días lo liberaron por falta de pruebas.
Se trató de ex director de Seguridad de Pinamar, Fernando
Miner (51), con quien la psicóloga había mantenido una relación sentimental.
Estuvo preso 12 días hasta que fue liberado luego de que un testigo no lo identificó
con certeza en una rueda de reconocimiento.
El hombre se defendió alegando que el fin de semana del
asesinato había viajado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y dijo que lo
había involucrado la "Maldita Policía" -bautizada así tras el crimen
del reportero gráfico José Luis Cabezas- por una "boleta pendiente en la
calle". Finalmente, la Justicia lo sobreseyó.
Con el correr del tiempo se afianzó la hipótesis de robo y
se puso la lupa sobre siete sospechosos, entre ellos Mallol. Como la
investigación de los detectives de la Policía bonaerense no prosperó, empezó a
intervenir la Superintendencia de Investigaciones Federales de la PFA por
pedido de la fiscalía.
La caída de “Pipa”
Así lograron situar a "Pipa" en la escena del
crimen. Descubrieron que vivía en Mar del Plata y que integraba una banda de
estafadores, por lo que tenía orden de captura por parte del Departamento
Judicial de Dolores.
El fiscal Bensi requirió su arresto. Los investigadores de
la PFA establecieron que “Pipa” utilizaba una billetera virtual, en una serie
de comercios marplatenses en los que compraba habitualmente, y obtuvieron un
listado de direcciones IP vinculados a una tienda virtual, que lo situaban en
un radio determinado en cercanías de los locales a los que concurría.
Rápidamente, los agentes de la División Homicidios saturaron
en esa zona y, mediante tareas de campo, obtuvieron la información de que el
hombre vivía en la misma cuadra en la que se ubicaba uno de los negocios en que
compraba habitualmente.
Allí se apostaron e implantaron una discreta vigilancia,
mediante la que observaron salir a Mallol de la vivienda donde se alojaba. Allí
lo interceptaron y lo detuvieron.
El caso
Landívar tenía 38 años y se había recibido de psicóloga en
la UBA. Le encantaba el paisaje y la tranquilidad del bosque de Pinamar. Por
eso se radicó en el balneario y vivió allí los últimos cuatro años. Era de
Ayacucho, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
El sábado 19 de mayo de 2012, Landívar tenía previsto cenar
con amigas en Valeria del Mar. Llamó a una de ellas y le dijo que llegaría más
tarde. Pero nunca lo hizo. Por eso, preocupada, después de llamarla varias
veces, una amiga avisó a la Policía y fue a buscarla a la casa.
Landívar vivía sola en un dúplex que alquilaba en el barrio
Golf Chico.
La encontraron tendida en el suelo del living,
ensangrentada. Le habían disparado.
Parecían dos tiros. Tenía una herida en una mano y otra en
la clavícula. Pero luego las pericias confirmaron que fue un solo balazo.
Ocurrió que la joven vio a su atacante en el momento en que iba a dispararle e
intentó protegerse alzando la mano.
La bala, calibre 22, se la atravesó, viboreó en su cuerpo
luego de pegarle en la clavícula y le dañó la aorta.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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