Mientras continúa el megaoperativo de
rescate de las víctimas del derrumbe en Villa Gesell, que hasta el momento suma
dos muertos y seis desaparecidos, avanza en paralelo la investigación judicial
que busca esclarecer las causas de la tragedia y sus responsables. La hipótesis
central habla de una obra clandestina y, en esa dirección, surgen
interrogantes: ¿quién y cómo se controlan en la Argentina los edificios a
orillas del mar? ¿Qué riesgos existen de que se repitan hechos de esta
magnitud?
En Villa Gesell rige la Ordenanza
1847/02, que establece la “inspección obligatoria, conservación y mantenimiento
de las fachadas, balcones, marquesinas y carteles publicitarios”. Estuvo 18
años sin aplicarse por falta de reglamentación hasta que en, enero de 2020, en
el edificio “Gufi Yiyo” -ubicado frente al mar- se desplomaron tres balcones y
de milagro no hubo víctimas.
Como respuesta al incidente, el 9 de
julio de 2020, el municipio emitió el Decreto 142/20 para obligar a los
propietarios de edificios que tengan ciertas características y antigüedad a
realizar inspecciones y tareas de mantenimiento con el fin de evitar accidentes
y multas.
El Hotel Dubrovnik, ubicado en Avenida 1
al 250, tenía 10 pisos y 38 años desde su construcción. De acuerdo con esos
parámetros, la Ordenanza 1847/02 determinaba que sus dueños presentaran cada
año un informe técnico del cual podían surgir recomendaciones de obras para
garantizar la seguridad del edificio. Desde Dirección de Edificios Privados y
Espacios Públicos de Villa Gesell deslizaron que los controles estuvieron en
regla hasta este año.
En abril, el hotel cambió de
propietario: la antigua dueña, “Rosita” Stefanic, se lo vendió al empresario
Antonio Arcos Cortés, aunque continuó viviendo en el lugar: fue una de las dos
víctimas fatales confirmadas hasta ahora.
“En agosto de 2024, se detectaron obras
en curso sin autorización municipal y se labró un acta de paralización”,
dijeron desde la Dirección de Edificios Privados y Espacios Públicos de Villa
Gesell. Y agregaron: “Se habría estado modificando la estructura del edificio
en forma ilegal e irregular”.
Previamente, según informó la
dependencia municipal, el nuevo propietario había solicitado autorización para
realizar “algunos trabajos en la planta baja (cambio de carpinterías, revestimientos
de pisos, pintura interior, cambio de revestimientos de baño y reemplazo de
mesadas), que fueron aprobados exclusivamente para esa área, en planta baja y
no en altura”. Por estas horas, mientras se espera el informe pericial, las
sospechas apuntan a un pozo de ascensor que había sido clausurado y de vigas
que fueron “tocadas”.
“Fui notificado de la paralización de la
obra en agosto. Les dije al dueño y al arquitecto, pero me dijeron que siguiera
con la obra: ‘No paremos hasta que venga una orden de arriba’, me pidieron”,
dijo el albañil Sergio Daniel Paco, uno de los detenidos (son cinco en total)
por “estrago culposo agravado”, en su declaración indagatoria ante la fiscal
Verónica Zamboni.
Celso Paco Pérez, contratista que
también fue arrestado tras la catástrofe, le apuntó a la obra en el ascensor.
“Los balcones pensé que se podían caer”, mencionó. “Las aberturas de aluminio
eran muy pesadas y capaz que eso afectó”, agregó.
Señales de alerta
En diciembre del año pasado, en Villa
Gesell ocurrió un incidente en un edificio del Paseo 133, entre las avenidas 2
y 3. Un muro de carga se desprendió de una azotea y arrastró a dos balcones. No
hubo víctimas ni daños materiales mayores. Ironía del destino: el edificio
Alfio 1, lindero al Dubrovnik, había sido multado hace tres años debido a una
escalera en mal estado que alertaba sobre la posibilidad de un derrumbe.
Allí, en un departamento ubicado en la
parte trasera, se hospedaba el martes pasado Federico Ciocchini, el turista de
84 años que murió por el desastre en el Dubrovnik. En ese momento dormía junto
a su esposa, María Bonazza (79), quien fue rescatada con vida y trasladada de
urgencia a un hospital de Mar del Plata, donde permanece internada.
Nicolás Valdez, a cargo de la Dirección
de Edificios Privados y Espacios Públicos, había resaltado en una nota de TN
hace tres años la necesidad de que la Ordenanza 1847/02 tuviera una
actualización. “Una zona que tenga incidencia de cloruro de sodio o vientos
fuertes amerita otra ordenanza y un análisis más profundo. La Provincia se debe
una ley antisiniestral que contemple el mantenimiento de edificios en zonas
costeras. No tenemos una ley provincial sobre conservación de edificios”,
advirtió entonces. Y agregó: “En la Argentina es clave profundizar los
controles durante la construcción”.
En un artículo publicado por el sitio
oficial del municipio el pasado 27 de junio, hace poco más de cuatro meses, se
anunció que Villa Gesell insistiría “por tercer año consecutivo” en la creación
de una ordenanza de seguridad edilicia. “Históricamente, nuestra ciudad no ha
contado con normativas específicas en esta materia, lo que ha dejado un vacío
importante en la legislación edilicia”, menciona el texto.
Cómo se controlan los edificios en Mar del Plata
En Mar del Plata, las construcciones de
más de 9 metros y 10 años de antigüedad están incluidos en la Ordenanza N°
12.562 y el Decreto 1745/02. La normativa, que rige desde 1997, alcanza a 3706
edificios de la ciudad y es aplicada desde Dirección General de Obras Privadas
y la Dirección de Control del Mantenimiento Edilicio, dependiente de la
Dirección General de Obras Privadas.
Establece que los propietarios de los
edificios están obligados a verificar periódicamente, reparar y mantener en
buen estado de conservación los siguientes elementos constructivos dispuestos
en fachadas y muros divisorios expuestos: balcones; parapetos de terrazas y
azoteas; barandas, barandales y balaustres; ornamentos superpuestos aplicados o
en voladizos a fachadas y muros externos; soportes, marquesinas y toldos;
estructura resistente expuesta en fachadas y medianeras; antepechos, muretes y
cargas perimetrales de azoteas y terrazas; carteles y maceteros; enlucidos,
paneles premoldeados, mármoles, azulejos, cerámicos, maderas, chapas metálicas
y todo otro tipo de revestimiento utilizado en la construcción. También alcanza
a desagües, ventilaciones, instalaciones de aire acondicionado y cualquier
elemento adicional a las fachadas. “La ordenanza de Villa Gesell es similar a
la de Mar del Plata”, resumió un funcionario del área.
En los últimos años, “La Perla del
Atlántico” también sufrió tragedias ocasionadas por derrumbes. En diciembre de
2018, dos balcones de un edificio ubicado en Punta Mogotes se desprendieron y
mataron a Agustina Ferró, de 35 años; y a India Luzardi, su hija de apenas 3
años. El 31 de julio de 2020, María Gómez murió al caérsele un trozo de la
mampostería de un balcón en la cabeza. Tenía 48 años y -al igual que Agustina e
India- justo pasaba caminando por la vereda en ese momento.
Cómo se conserva un edificio a orillas del mar y qué pudo haber ocurrido en Villa Gesell
“Las imágenes son gráficas y hablan de
un colapso estructural. Hay señales de algún tipo de intervención sobre la
estructura. Llama mucho la atención la caída del edificio. Mirándolo de frente,
el derrumbe se produjo desde el eje central del edificio hacia la derecha. Por
la destrucción que provoca sobre el edificio vecino, es claro que la
intervención se hizo sobre ese lugar, sobre el lado derecho”, reflexionó
Gustavo Di Costa, arquitecto.
Y agregó: “Evidentemente, la
intervención fue muy severa y se hizo sobre el esqueleto resistente del
edificio”.
La salinidad, el suelo arenoso, los
vientos fuertes y los cambios bruscos de temperatura son factores que suelen
contemplarse en la construcción de un edificio a orillas del mar. “Más allá de
que el Hotel Dubrovnik estaba sometido al aire salino y relativamente lejos de
la costa, con lo cual uno tiende a pensar que una crecida de napa o un
socavamiento, no es el causal de un hecho de estas características”, sugirió Di
Costa.
“La parte delantera del edificio, que
quedó en pie, no muestra alteraciones en su estructura como para que una
intervención menor pudiera provocar semejante colapso. Y llama la atención que
todos los escombros caen sobre el eje del edificio. No se desplazan. Esto
quiere decir que la estructura fue lo que se debilitó. Y como un castillo de
naipes, todo se desmoronó sobre sí mismo. Esto puede ocurrir cuando hay una
intervención sobre la estructura”, argumentó.
En cuanto al impacto que pueden tener
los factores naturales propios de lugares costeros, el arquitecto detalló:
“Todas estas estructuras de hormigón tienen armaduras de acero adentro de esas
columnas. Si esas estructuras quedan expuestas al aire salino, se genera
primero una oxidación y luego una corrosión”.
Y profundizó: “Muchas veces, por el mal
vibrado del hormigón o fallas en el hormigón, esas armaduras quedan expuestas.
Ahí son atacadas por el agua de lluvia y el aire salino, que generan una
degradación de la estructura”.
“Los recubrimientos en el hormigón son
de 3 a 5 centímetros. Muchas veces, el edificio trabaja por dilatación de
temperatura u otros factores, se erosiona esa piel que forma la armadura y la
deja expuesta. Fue lo que ocurrió en el Champlain Towers, en Miami. Si no hay
cuidados pertinentes, pueden tener problemas”, concluyó.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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