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(FOTOS) El fallido robo al banco de San Isidro transformó al túnel en un interés turístico

                                    

La venta de bolsitas con “tierra del túnel” y selfies en el sector dónde se descubrió el pozo que determinó la suerte del fallido robo al Banco Macro son algunas de los nuevos atractivos que posee el casco histórico de San Isidro, a la espera de que parte de la banda de boqueteros sean extraditados desde Uruguay para ser indagados por la Justicia.

 

La zona de los tribunales de San Isidro cambió luego del pasado 8 de agosto, cuando quedó al descubierto un túnel que unía un galpón con la sucursal San Isidro del Banco Macro. Las casas se disimulan entre los locales gastronómicos, kioscos, entidades bancarias y oficinas comerciales.

 

Apenas a 150 metros de distancia, un galpón pintado de naranja, con un portón, dos puertas y una ventana, simulaba ser un depósito de placas antihumedad ubicado sobre la calle Chacabuco 543. Allí dentro se esconde el centro de operaciones de lo que pudo hacer sido un hecho delictivo aún más importante y destacado que el denominado “Robo del Siglo”, por su organización, su logística y por el botín estimado.

 

Clarín realizó una recorrida por el lugar, que parece haber quedado detenido en el tiempo. El olor a tierra húmeda invade el galpón. Es que aún no existe un cálculo exacto de cuántas toneladas de tierra hay guardadas allí en bolsas plásticas y de arpillera, depositadas detrás de una falsa pared construida con placas de madera.

 

Sobre un costado, varios barrotes de madera quedaron apilados, mezclados con cortes del mismo material, de distintos tamaños. Distintas herramientas también forman parte del lugar. En otro sector, una cocina precaria compuesta por un anafe con garrafa, una canilla y una mesada.

 

Sobre ella cinco vasos, platos, utensilios de cocina. Arriba, colgadas, espumaderas y otros elementos de cocina. Las ollas y sartenes también ocupan un lugar. Sobre un costado de la mesada todavía quedan paquetes abiertos de orégano, sal, pure de papa instantáneo, entre otros.

 

En otro de los ambientes está depositado parte de los colchones que utilizó la banda. Son al menos cuatro los que estaban en un primer piso, con sus respectivas sábanas, junto una turbina que cumplía un rol importante en el túnel: enviaba aire para la ventilación bajo tierra.

 
La puerta al túnel

Finalmente, luego de pasar por una de las puertas, está el ingresó al túnel. Son 12 escalones de una escalera empinada, angosta y resbalosa el inicio a los más de 150 metros que los boqueteros construyeron, en lo que los investigadores creen, en los últimos seis a nueve meses.

 


En el lugar aún quedaron docenas de baldes de 20 litros que fueron utilizados para sacar tierra. Como si fuera una obra meticulosamente pensada por un ingeniero, tubos de PVC fueron utilizados como los conductos de ventilación. “A cuantos más metros para adentro, el aire va escaseando”, aseguró a Clarín un investigador que realizó varias veces el túnel de punta a punta.

 

La estructura conforma un pasillo de un metro de ancho, contenido por maderas, 3,6 metros por debajo de la tierra, incluso más profundo que los caños de agua y de gas. El silencio solo es interrumpido por el sonido del aire saliendo por los agujeros que les hicieron a los tubos de PVC. Una lampara de bajo consumo ilumina el túnel, que, a la distancia, se hace interminable.

 


En las paredes hay marcas. Según los investigadores, se cree que son de la cantidad de baldes de tierra que sacaban a diario. Para ello, utilizaban un carro empujado con una extensa soga. El piso estaba cubierto con una alfombra, para un mejor deslizamiento.

 

Al túnel se ingresa parado, pero a medida que uno va avanzando el lugar se va estrechando y hay que terminar el recorrido casi gateando. De esta manera los boqueteros trabajaron día a día para lograr su objetivo: robar el Banco Macro de San Isidro.

 
Un barrio, una oportunidad

Entre el galpón utilizado como centro de operaciones y el Banco Macro hay aproximadamente 150 metros. Frente a la entidad bancaria un repartidor descubrió casi por casualidad que una varilla de metal salió de abajo del asfalto y golpeó el chasis de su camioneta.

 


El sitio aún está vallado. Para los vecinos del lugar se transformó en un nuevo lugar turístico, ya que varias personas pasan y se detienen a ver el lugar donde se cavó el pozo que descubrió el túnel que conducía a la bóveda del banco.

 

“La gente viene y se saca ´selfies´con las vallas de fondo. Se volvió un atractivo turístico, todo el mundo pasa y mira”, explicó a este medio un trabajador de la zona. Mientras se realizaba la cobertura, fueron dos los hombres que al caminar por el lugar recordaron el fallido intento de robo.

 


Sin embargo, uno de los hechos más insólitos es el de un comerciante de la zona, que le sacó provecho a la situación. Es que comenzó a comercializar unas bolsitas de nylon con tierra del túnel y un pedazo de baldosa del Banco Macro.

 

“Recuerdo túnel Banco Macro. San Isidro 2024”, dicen los carteles que él mismo elaboró a mano. “Los vendo a 200 pesos. Ya vendí unos 78. La gente viene y los compra. Muchos son abogados que me conocen o personas que entran a comprar y los ven exhibidos. Se me ocurrió porque hay gente para todo”, se sinceró el comerciante, que prefirió no ser identificado.

 


En su local también hay un pedazo de baldosa. “Recuerdo vereda túnel Banco Macro. Consultar precio”, es otro de los artículos que el hombre posee en su comercio, aunque reconoció que no está a la venta.

 

“Acá hay gente para todo”, dice un cliente que ingresó a comparar y que, según el vendedor, fue una de las personas que se llevó un poco de “tierra del túnel”, aunque lo negó rotundamente.

 
Cómo sigue la causa

El expediente por el fallido robo del sigo está a cargo de la fiscal Carolina Asprella y el fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari, bajo las órdenes del fiscal general John Broyad.

 

Hasta el momento hay cuatro sospechosos detenidos: López, de nacionalidad argentina; y los uruguayos Nicolás Carpani Romero (34) y Alan Daniel Lorenzo Rodríguez (34) y César Leonardo Cazenave Peña (47).

 


Voceros judiciales aseguraron a Clarín que se espera que para los primeros días de octubre sean extraditados a la Argentina Carpani Romero y Lorenzo Rodríguez para ser indagados por el delito de “asociación ilícita”, entre otros.


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