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Lionel Messi es sinónimo de fútbol en su máxima expresión. Es el mejor jugador del mundo y lleva incorporado el gen de la argentinidad. Pero antes de ser una estrella, era un chico de baja estatura que soñaba con jugar a la pelota: lo único que le importaba era eso. Su talento lo fue forjando en diferentes terrenos: sobre la calle Estado de Israel, en el “campito” cerca de su casa, en el Club Grandoli y luego en Newell’s. En ese camino se cruzó con diferentes personas que hoy atesoran las mil y un anécdotas de los orígenes del crack.

 

En la Lepra, y a pesar de ser categoría 87, Messi conoció a Germán Rivera, que estaba en la del 85. En diálogo con TN, aquel compañero de la infancia del mejor jugador del mundo reveló un divertidísimo recuerdo que le quedó grabado para siempre.

 

El día que Messi apareció en el camino de Germán Rivera

”Lo conocí en un torneo que jugaba la categoría 87; Gera Grighini, el hijo del encargado de la pensión, también estaba ahí. Como había muchas habitaciones, pararon un tiempo con nosotros, como si fuera una concentración. Si bien obviamente no era lo que es hoy, ya sabíamos de él porque todos hablaban de cómo jugaba: sus compañeros, los padres y en todo el club decían que había un chico de la ‘87 que la rompía”, expresó en diálogo con TN Rivera, a quien todos apodan Cogote.

 

La infancia compartida con Messi

“Eran otros tiempos, no había teléfono, no había Netflix, no había computadora, o había, pero no usábamos. En esos años empezaron a aparecer los primeros teléfonos, los grandes. En el momento que no se entrenaba, que mayormente lo hacíamos por la mañana, compartíamos (con Leo) tiempo en la vereda. Juntábamos entre todos monedas para comprar masitas y gaseosas. Nos juntábamos en los escalones de las casas alrededor de la pensión y nos poníamos a charlar, a ver la gente que pasaba”, reveló.

 

“Buzo roto y sin zapatillas”: así vestían a Messi para pedir monedas

“Ahí siempre frenaban autos y agarrábamos a los más chiquitos para que hicieran algunas cosas. Leo era el más bajo de la categoría. Un día le pusimos un buzo de entrenamiento que estaba roto, le hicimos sacar las zapatillas y lo mandamos a pedir monedas a los autos que frenaban”, recordó con humor la travesura.

 

“Cuando el auto estacionaba, él iba y pedía las monedas. Con eso ya podíamos comprar una gaseosa. Después empezó a jugar torneos, su nombre sonaba más, se hizo conocido y la anécdota quedó en eso”, continuó.

 
El lugar donde Messi paseó por primera vez y su amor por Newell’s

“Me acuerdo de que a los más chiquitos los llevábamos a la calle Oroño a caminar. Abrían los boliches, entonces salíamos a pasear hasta las 19 o 20. Ellos estaban chochos porque era la primera vez que salían de la casa y concentraban en otro lado”, reveló Rivera. Y agregó: “Todos sabemos que Leo es fanático y tiene amor solo por Newell’s”.

 


El día que Messi compró un sánguche de milanesa por un peso con cincuenta

Cogote contó algunos detalles de esas tardes rosarinas: “Al principio, juntábamos las monedas para la gaseosa y un sánguche de milanesa, que costaba un peso con cincuenta centavos. Después no nos hacía falta nada, teníamos casi todo gracias a Néstor Rozin, el dueño de la pensión y nuestro representante”.

 

También reflexionó sobre aquella época: “Cuando hacíamos que Leo pidiera monedas, decíamos: ‘Mirá si este pibe llega a primera’, que era lo máximo que nosotros imaginábamos. Uno nunca piensa que está al lado de alguien que puede llegar tan lejos”.


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