Se les llama “candidatos fantasma” porque aparecen
habilitados por la Justicia Electoral y, muy probablemente, sus boletas no
aparezcan dentro del cuarto oscuro.
Por primera vez en la ciudad se conformó una boleta con
avales –es decir hubo apoyos firmados- pero sus integrantes no hicieron
campaña, no hablaron con la prensa, no usaron redes sociales y no se les conoce
la cara de manera abierta y masiva. En definitiva: no hicieron nada de nada.
El partido se llama Política Abierta Para la Integridad
Social (País) y lleva a nivel local a Emiliano Javier Larrea. La fuerza fue
fundada en 1995 por José Octavio Bordón y era un desprendimiento del justicialismo
que no estaba de acuerdo con las políticas de Carlos Saúl Menem. Ya en 1999 tuvo una línea más “duhaldista”,
en 2003 pasó a ser una fuerza aliada al “kirchnerismo” y en 2011 apoyaron la
candidatura de Alberto Rodríguez Saa.
Hoy en día llevan como candidato a gobernador bonaerense a
Oscar Héctor Alva.
Al ciudadano común no debería causarle gracia que aparezca
una lista fantasma y tampoco pensar en que todo esto sale gratis: alguien lo
diagramó, lo hizo y le pasará una factura al Estado porque las elecciones son
un negocio.
Existen hoy en el país 803 partidos políticos, 53 de orden
nacional y el resto de orden distrital. Es una cifra récord: hace una década
había 557 partidos vigentes. Los dos más importantes son el Partido
Justicialista (3.204.335 afiliados) y la UCR (1.852.571 afiliados).
Tener un partido es fácil. Si usted quiere asegurarse por
unos años su futuro deberá presentarse ante el juzgado con competencia
electoral con el acta de fundación, adhesiones que lleguen al 4% del padrón del
distrito, declaración de principios, carta orgánica, designación de autoridades
y domicilio.
Enseguida el partido empieza a facturar: recibe del Estado
dinero por “desenvolvimiento institucional” todos los años, más allá de que
haya o no comicios, y aportes en las épocas electorales (esto es, cada dos
años).
El “desenvolvimiento institucional” tiene un Fondo
Partidario Permanente que este año fue de 460 millones de pesos. Pero la guita
grande esta en las campañas. En las PASO, las generales y en el eventual
ballotage se distribuirán 5.250 millones de pesos: la mitad de esa suma es
igual para todos los partidos y la otra mitad se calcula según el resultado de los comicios anteriores (a más votos más plata).
Mas allá de que los avales son fáciles de truchar y de que
hay muchos partidos “fantasma”, otros ni siquiera cuentan con condiciones
básicas: Proyecto Joven y Liber.Ar, por ejemplo, tienen su autorización
demorada por falta de cuenta bancaria.
El frente PAIS que lleva a Larrea a nivel local es de los
más ignotos. El sólo hecho de que su boleta no aparezca en el cuarto oscuro
hará sospechar porque esa fuerza tiene cuenta bancaria y habrá recibido algo de
los 10.000 millones de pesos que se destinaron para imprimirlas.
Las elecciones costarán aproximadamente unos 90.400 millones
de pesos y el número se actualizó por encima de la inflación. Los comicios del
2019 costaron 9.235 millones y, con una inflación acumulada del 560%, las de
este año deberían costar $ 61.000 millones.

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