Ana Sicilia trabaja actualmente en IP y Canal 9 pero ha
pasado por Cronica TV y América y desde hace algunos años, los fines de semana,
visita las cárceles para llevar libros y promover la lectura entre los presos.
Su conexión con ese ámbito no comenzó porque sí. Fue durante
un taller de escritura que dictó el periodista y escritor madariaguense Julián
Maradeo.
Ahí mismo, en la Unidad 9 de La Plata, nació la idea de armar una biblioteca cuando me propusieron que me sumara como tallerista. Cuando vi que no teníamos libros en el aula, les propuse a los chicos conseguir una donación, por lo que ellos se encargaron de elevar una nota, para que pudieran recibir los libros para ellos
Con la idea en mente, inició la convocatoria a través de
redes sociales, para conseguir los libros que formarían la primera biblioteca.
"Nunca me imaginé que se iba a despelotar de una manera tan maravillosa
todo esto. A las semanas tenía más de centenares de libros para llevar, y tuve
que parar, para no llevar tanta cantidad y concentrarme en los libros de
calidad. Después de hacer una selección, terminé ingresando 350 libros a lo que
hoy sigue siendo la biblioteca de El Ágora. Y ahí empezó ‘sin querer,
queriendo' este camino del armado de libros en los pabellones", manifestó
la periodista.
Ana lo hace desde hace cuatro años. La iniciativa busca
descentralizar las bibliotecas, una idea que de a poco fue extendiéndose por
diferentes provincias de la Argentina. "El libro al pabellón, la lectura a
la celda" es el lema del proyecto, que ya se expande por toda la
Argentina.
Y agregó: "Creo que pedí cuatro veces en las redes,
pero todo esto me llevó por delante, porque ya la gente me escribe casi todos
los días para decirme que tiene libros para donar, y ahí arreglo la manera de
que me lleguen".
El "boca en boca" fue llevando a que esta
iniciativa se transforme en proyecto, y que desde diferentes lugares de la
provincia de Buenos Aires, y también de otras partes del país, se quieran sumar
a la lectura. "Después de la primera en la Unidad 9, me fueron contactando
más personas privadas de su libertad, de distintas unidades, y se fue corriendo
la noticia de pabellón en pabellón. Por eso yo voy donde los internos me
piden", contó la periodista.
"Creo que son más de 20 cárceles que tomaron esta idea,
ya recorrí otras provincias. De hecho, estuve en una alcaidía, de ahí fui a un
anexo masculino, después a un instituto penitenciario, de ahí a una unidad
carcelaria... Son como varios contextos de encierro que se han sumado en estos
4 años, con bibliotecas chiquitas y otras más grandes, que le fueron dando
robustez a este proyecto", agregó la encargada del proyecto.
Las bibliotecas no paran de crecer y la demanda aumenta.
"El objetivo de las bibliotecas es que el contexto de encierro sirva para
otras cosas también. Para cultivar el pensamiento, el otro costado intelectual,
que quizá en las cárceles no se pone muchas luces sobre eso. Hay tanto tiempo
ahí, que poder abrir un libro es un lindo derecho, porque están privados de su
libertad, pero no de sus otros derechos", explicó.
En cuanto a los pedidos de los internos sobre temáticas, la
diversidad es lo que abunda. "Con que llegue con una caja de libros ya es
mucho, porque por ahí me dicen que tiene libros muy viejos. Por ahí aparece
algún que otro pedido, por ejemplo el otro día me dijeron: ‘Che, ¿algo de
Rolón?'... ¡Y me sorprendió! Pero me dijo que le gustaría tener toda la
colección de Gabriel Rolón. Y en Rawson un interno me preguntó si había llevado
algo de Maquiavelo... Ahí ves lo diverso de los pedidos, que es excelente que
suceda eso", contó Ana.
La intención de Ana Sicilia es que el proyecto continúe y se
expanda por todas las provincias, contando la experiencia de tener un libro en
la mano y lo enriquecedor que puede resultar. "Ojalá que llegue a todo el
país, por ahora recorrí cinco provincias y me falta muchísimo, porque esto es a
pulmón. Por ahora es la iniciativa de ir a dar una charla, donde está muy
atravesada mi historia de vida, de situaciones personales que atravesé en todo
este recorrido y como el libro me ayudó", expresó.
Y concluyó: "Es compartir lo que a uno le hizo bien o
le salvó la vida. ¿Por qué no pasárselo a otro para que lo pueda contagiar de
la misma manera, para que por lo menos le haga bien? El libro es una
herramienta de transformación desde lo individual a lo colectivo".
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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