Oscar barre minuciosamente las hojas de la plaza de General Conesa, cabecera del partido de Tordillo. Alrededor suyo transcurre toda la vida de este pueblo rural: está la escuela primaria y secundaria, la municipalidad, la estación de policía, la iglesia, una panadería y un almacén. Los dueños de las calles son los chicos que pasan en bicicleta y los perros callejeros que reclaman algo de comer en cada local que encuentran.
Oscar sonríe. No lleva barbijo. Acaba de cumplir los 60 y
está vacunado con las dos dosis de Sputnik V desde febrero. Es lo primero que
cuenta. “Acá es vida normal, estamos casi todos vacunados”, dice orgulloso. A
él al principio no le convencía la idea, le daba miedo, pero se anotó para
recibir la vacuna después de que el intendente, Héctor Olivera, se la diera.
“Dejé pasar un mes, si no se moría el intendente, no me iba a morir yo”, cuenta
y se ríe.
Tordillo es el único distrito de la Provincia de Buenos
Aires que está en fase 5, la más cercana a la normalidad. Tiene 1330 kilómetros
cuadradosy viven menos de 3000 personas. Actualmente tiene un solo caso de
coronavirus activo y tuvo menos de 130 en lo que va de la pandemia. Solo murió
una mujer de 86 años que estaba postrada antes de contagiarse.
La normalidad de Tordillo, en donde la gente solo usa el
barbijo cuando llegan extraños o en la escuela, lo volvió célebre en los
últimos días y sus calles se llenaron de cámaras y periodistas dando vueltas a
la plaza, curiosos, tratando de descifrar el secreto del lugar.
“Lo único que falta es que ahora llegue gente de afuera,
nos contagie y tengamos que cerrar todo”, comenta Susana, entre divertida y
preocupada. Es la inspectora de educación del distrito. En Tordillo las clases
son presenciales desde el comienzo del ciclo lectivo de este año y no se volvió
a la virtualidad. Los chicos asisten todos los días cumpliendo el protocolo y
las maestras usan máscaras y barbijo cuando están con ellos. También hay
deportes al aire libre y circulación hasta la medianoche.
El 29 de diciembre llegaron las primeras dosis de la
Sputnik V al pueblo. Se comenzó a vacunar al personal de salud y, como esa
etapa se completó rápido y había dosis, siguieron por los docentes, los
policías y las personas de 60 años en adelante. Así, más del 85% de las
personas que se anotaron ya se vacunaron. Son 1282 aplicaciones según datos del
Ministerio de Salud provincial, unas 750 personas. Un lujo en tiempos en los
que el Gobierno estira las aplicaciones para cubrir a la mayor cantidad posible
de personas de riesgo.
El centro de vacunación funciona en el polideportivo.
Antes estaba en la escuela pero se mudó ahí cuando comenzaron las clases. Cada
día dan algunos turnos para los que aún quedan por vacunar pero están esperando
que más gente se anote y que la Provincia habilite a inmunizar a las personas
jóvenes y sin comorbilidades.
“Tenemos dosis guardadas pero estamos esperando porque la
situación en la provincia es muy complicada y acá no queremos vacunados con
privilegios”, cuenta una de las enfermeras. Algunos de esos excedentes ya los
mandaron al Partido de la Costa, en donde hacían falta, y otros los guardan
para cuando el Gobierno les de luz verde.
El único caso
Al momento, el único caso de coronavirus que hay es el de
un policía que se contagió en Pinamar, donde trabaja. Este es el gran temor de
los habitantes de Tordillo: que un extraño traiga el virus. Fabiana es policía
y también es dueña de una panadería. Tiene 39 años y está vacunada con dos
dosis por su trabajo de control de tránsito. “Acá estamos bastante tranquilos
pero los casos que tuvimos fueron de personas que se van a trabajar a otro lado
pero viven en Tordillo. Creo que sería importante ya no permitir más el acceso
de otras personas o tenerlo muy restringido. Ver quién entra, de dónde vino,
testearlo y ver con quién está”, dice.
Si bien las vacunas ayudaron a generar inmunidad, la
extensión de este pueblo rural con pocos habitantes, que permite que todos
puedan circular con distancia social, y los recaudos durante la cuarentena
estricta del año pasado abonaron para que ahora se respire tranquilidad y no
solo durante la hora de la siesta. “Somos un pueblo chico, temeroso. Nos
conocemos todos y cumplimos mucho con los protocolos, la gente se cuida, los
chicos se cuidan mucho”, cuenta Vanesa Urrizola, vicedirectora de la escuela
secundaria y docente hace 16 años. Ella también está vacunada con las dos
dosis.
El único lugar en donde se juntan los chicos después de
hora es el “pub” (así lo nombran todos), el único bar que hay en el pueblo, que
cierra a la medianoche. “Hubo algunos encuentros clandestinos después de hora
pero los desarticularon rápido”, aclara Vanesa.
El intendente, Héctor Olivera, uno de los primeros en
recibir la Sputnik V, no es tan optimista con el éxito de Tordillo. Si bien la
situación actual es buena, teme que el virus vuelva a instalarse especialmente
con la saturación sanitaria en Castelli, distrito vecino, en donde se quedaron
sin camas de terapia intensiva y tuvieron que volver a Fase 2.
“Nos preocupa la situación de Castelli porque tenemos un
hospital de complejidad baja y si hay un caso de coronavirus serio lo tenemos
que trasladar. Y por más que las autoridades provinciales hagan un esfuerzo
para poder derivar pacientes, al ver que el sistema de salud está muy
estresado, nos va a costar conseguir una cama”, explica Olivera.
“Nosotros vivimos la situación de estar en Fase 5 con
total humildad porque creemos que va a cambiar. Lo atribuimos a que estamos en
un lugar geográficamente bastante especial, somos pocos habitantes y eso
conspiró para que se retrase la llegada de la segunda ola”, dice el intendente.
Por ahora, en Tordillo se ven pocos barbijos y una
tranquilidad propia de la normalidad pre pandémica. En los habitantes reluce el
orgullo de ser el único distrito que aún mantiene la Fase 5. Milena, maestra en
la primaria, saca pecho cuando cuenta qué siente cada día al venir al colegio.
“Es un orgullo para el pueblo. Cuando nos enteramos de
que era el único distrito nos pusimos re contentos. Nos da alegría porque
decimos ‘valió la pena el esfuerzo que hicimos el año pasado’. Respetamos los
protocolos y ahora tenemos una alegría. Estamos tranquilos ahora pero no nos
relajamos”.
GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo
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