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La exigencia de las urnas

(Copyright©2017 | Cristian Olivera) La buena elección de Cambiemos en las PASO del 13 de agosto (todo hace prever que el resultado se acentuará en octubre) inaugura un nuevo mapa político para la Argentina y también un nuevo período para el país. Desde ahora podremos ver el verdadero gobierno, tanto a nivel nacional, como provincial o local. La contundente victoria le da el aire necesario para gobernar sin las dudas iniciales sobre la opinión de las mayorías, sin los temores al enfrentar la tan necesaria normalización de las instituciones y sin el óbice constante a cada decisión. Si la tendencia se mantiene, en octubre oposición y gobierno se habrán equilibrado.

Pero como dice el comic, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y la victoria de Cristina en la provincia de Buenos Aires, exigua, pero victoria al fin, le indica al Gobierno nacional que debe replantear las medidas y el mensaje social. Se valoró el cambio hacia una mayor institucionalidad y la lucha contra la corrupción, pero mucha gente, también dijo que está dispuesta a desandar el camino si las condiciones de crecimiento en aquellos que tienen más poder adquisitivo no se replica en los que menos tienen.

La oposición enfrenta dilemas más grandes y mucho menos agradables, el Frente Renovador, en caso de que Massa no entre en el Senado (hasta ahora no lo haría), tendrá que asumir su potencial desaparición como fuerza política. La fuga de dirigentes (y de votos) en octubre, desnaturalizará su existencia, reconvertida de una fuerza que gravita en una menor, sin representación visible en las cámaras. En política las malas decisiones se pagan. En Madariaga, el Frente Renovador prácticamente expulsó a aquellos dos que hicieron la gran elección hace cuatro años (Santiago Arrachea y Federico Zotta) y apostó todo por una alianza con una fuerza local menor que hizo una muy mala elección con 1855 votos menos respecto del total en las PASO 2013 (la sumatoria Eyras – Arrachea – Zotta). Como fuerza disminuyó un 40 % y quedó sin candidato ni estructura propia. Candidato se consigue, pero la inserción territorial que aportaban resulta mucho más difícil. Es hasta absurdo semejante desprecio.

El Partido Justicialista pasó del dilema de que Cristina, su candidata nacional que más medía, tenía una imagen negativa muy grande, a que se fuera a un partido propio, un desaire que lo dejó vacío y donde solo quedaron viejos dirigentes en luchas por retener el poco poder que queda.

Resta saber en lo local qué harán las tres fuerzas peronistas divididas, dos de las cuales casi no tienen posibilidad en octubre, si unificarán estrategia tal como lo han hecho y seguramente como continuarán haciendo en el Concejo Deliberante, o si sostendrán estructuras que se caen. Sin dudas el aporte de dirigentes será menor, las fugas ya comenzaron especialmente de intendentes, y donde también verán reducidos sus sostenes económicos. Nadie invierte en candidatos sin posibilidad de ser electos.

La posición del PJ es la peor porque continuar disminuye a aquellos que poco antes de los armados de listas asistían a las reuniones partidarias, y una renuncia sería leída como una fuga para Mircovich que ya se fue dejando a Popovich como intendente y ya sabemos cómo terminó todo. Eyras no tiene ese pasado, pero de igual manera complicaría sus posibilidades políticas inmediatas, hasta ahora es la única que ha desmentido los rumores, aunque todos sabemos que las posibilidades están abiertas hasta último momento y todavía falta. De un fracaso se vuelve, pero es muy difícil hacerlo de un abandono. Veremos que pesa más en Madariaga, si lo razonable, o la ansiedad por que el radicalismo no gane unas elecciones con tanta diferencia.

El Peronismo debería recordar que en política no todas las suman dan igual. Podría analizar que sus tres partes (Eyras – Porretti – Albarengo) suman 5399 votos y les alcanza para enfrentar los 5559 de Cambiemos. Pero una unión sin recambio lejos estaría de beneficiarlos. Recordemos cuánto restaron Eyras – Arrachea – Zotta cuando se unieron. No son fracciones compatibles, por algo armaron tres partidos distintos. El PJ, por ejemplo, acusó a Cristina de traidora por irse, ¿cómo les explicaría a sus votantes que ahora deben apoyarla? Por lo pronto Porretti se refiere a octubre como candidata, veremos porque también habla de las otras dos partes como peronistas a la hora de demostrar poder ante el radicalismo local, un cambio notorio respecto a antes del 13 de agosto.

En lo nacional Cambiemos ha ganado respeto y la soltura política que necesita para gobernar con cierta calma. Le resta demostrar gestión y afianzarse como una fuerza nueva, que tiene una mirada diferente sobre la política. Esto también obliga al Partido Justicialista a hacer lo que más sabe, refundarse para convertirse en una alternativa a la altura de lo que enfrenta. Si ambos lo logran, la Argentina puede comenzar una etapa de grandes avances sociales y de satisfacción económica. Tal vez no lo parezca, pero el pueblo votó con sabiduría.
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GENERAL JUAN MADARIAGA El Tiempo