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Matanza en una sede de un equipo de fútbol de São Paulo




Ocho hombres murieron a tiros la noche del sábado en la zona Oeste de São Paulo cuando se encontraban reunidos en una local de aficionados de uno de los más equipos de fútbol locales, el Corinthians. La policía ha descartado que el crimen esté relacionado con algún conflicto con fanáticos con otro equipo rival, a pesar de haber ocurrido la víspera de un derbi, y apunta, por el contrario, a un posible ajuste de cuentas por tráfico de drogas, ya que tres de las víctimas tienen antecedentes por robo o tráfico.

Los testigos de la matanza han declarado que, cerca de las 11 de la noche, cuando se celebraba una fiesta de confraternización en el local, tres hombres entraron y ordenaron a todos los presentes tumbarse en suelo. Dispararon en la cabeza de siete de ellos, que murieron inmediatamente, según ha informado la Policía Militar. La octava víctima consiguió salir del local, pero se desplomó en una gasolinera cercana y murió poco después en el hospital.

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Uno de los muertos, Fábio Neves Domingos, ya era conocido por la policía haber sido detenido acusado de la muerte de un adolescente boliviano durante el partido que enfrentó por la Copa Libertadores de 2013 al Corinthians contra el San José, en Oruro (a 230 quilómetros de La Paz). El chico, de 14 años, murió al ser alcanzado por una bengala y su muerte supuso un rifirrafe entre las autoridades brasileñas y bolivianas tras la detención de 11 aficionados brasileños.


El delegado encargado del caso de la muerte de estas ocho personas, Arlindo José Negrão Vaz, afirmó a Folha de S. Paulo que esta es “una de las peores matanzas de los últimos tiempos”. A pesar de las palabras de Vaz, este tipo de carnicerías, en las que varios cuerpos aparecen acribillados a tiros en un mismo lugar o región, no son episodios aislados en São Paulo y en otras regiones de Brasil. La guerra oculta que traban la policía y las facciones criminales arroja estas escenas demasiado a menudo. La última –ha habido tres desde el 6 de marzo– ocurrió el pasado miércoles, cuando seis hombres murieron en menos de media hora en la misma región, Parelheiros, una zona de la periferia paulista cercana al lugar donde había muerto por la mañana un policía militar.
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